viernes, 27 de junio de 2008

Transgénicos

El anuncio de que en los próximos días, y aprovechando de las facultades que le delegó el Congreso para legislar sobre la implementación del TLC con EEUU, el Ejecutivo publicará un reglamento de bioseguridad alimentaria, el cual autorizará y normará el uso de alimentos transgénicos -hasta ahora prohibidos en nuestro país- enciende inolcultables señales de alarma.
Los alimentos transgénicos son aquellos cuyos genes han sido modificados por manipulación humana y están envueltos en una polémica que está muy lejos de haber concluido. Mientras que para la Oficina Regional de la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se trata de alimentos que son inocuos para la salud humana, para los países de la UE se trata de un dato no suficientemente comprobado, y por tanto han prohibido su siembra y consumo en todo el ámbito de la Europa unida.
En nuestro país, una de las voces de alarma procede de la Asociación Peruana de Consumidores (Aspec), que se ha pronunciado contra el uso y difusión de transgénicos. Según Jaime Delgado, presidente de Aspec, la introducción de semillas alteradas en un país megadiverso como el Perú, que es lugar de origen de muchas especies, constituye un experimento peligroso que puede terminar minando uno de nuestros mayores potenciales, cual es la biodiversidad.
Juan Rissi, jefe del Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), responde que este riesgo será tomado en cuenta y que el uso de semillas genéticamente modificadas no será autorizado indiscriminadamente, sino que se realizarán estudios caso por caso, con determinación de las áreas geográficas donde se podrá ubicar el cultivo transgénico.
Sin embargo, conociendo el desorden y falta de control imperantes en nuestro país, no son pocos quienes se preguntan qué barreras se podrán levantar una vez que las semillas transgénicas comiencen a circular. En la actualidad, existe la seguridad de que los productos transgénicos proceden del exterior. Y es de esperar que aquí al menos se adopten similares medidas a las que exige el mercado internacional, que obliga a las empresas a indicar en sus etiquetas si se trata de productos transgénicos.
Por otro lado, hay que indicar que el cultivo de este tipo de alimentos nos enfeudará definitivamente al mercado norteamericano, ya que los países europeos no aceptan el ingreso de estos productos y de semillas genéticamente modificadas al espacio de la UE. Es decir que la potencial ganancia de un mercado significará la inmediata pérdida de otro. Y, por cierto, los riesgos contra la biodiversidad que hemos consignado.
La República, 25/06/2008

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