jueves, 31 de julio de 2008

Julio Favre: Transgénicos

Dios creó el Universo y, como parte integrante de él, creó el planeta Tierra, donde crecieron las plantas y los animales, y culminó su obra creando al hombre a Su Imagen y Semejanza. El hombre, con su inteligencia, tendría dominio sobre los demás elementos de la Tierra.
Pues bien, la biotecnología es parte del conocimiento inteligente al servicio de la propia humanidad... y los transgénicos son parte de esta ciencia. Aquí se aprovechan elementos contenidos en el ADN de una especie y se transfieren a otra.
Esto es posible porque todos los organismos vivos compartimos gran parte del material hereditario. Con la transgénesis no sólo se puede aumentar la productividad de las plantas y animales, sino que, contrario a lo que se dice, se puede favorecer la salud del ser humano. Si por ejemplo una planta determinada es susceptible al ataque de un insecto que la enferma o destruye, y no la deja producir, el agricultor que la cultiva, la defiende, utilizando insecticidas que eliminan a la plaga. Pero los insecticidas son tóxicos y muchos de ellos tienen un efecto residual en el producto final. El uso de pesticidas crea además un daño colateral muy grave, pues junto a la destrucción del insecto maléfico se eliminan muchos insectos benéficos que son aliados de las plantas, a las que defienden de los depredadores. Las alternativas de solución son dos: una es el manejo y multiplicación masiva de insectos benéficos y la otra es buscando la resistencia de las plantas a determinado insecto. Esto a su vez se puede lograr con selección genética, que demora muchos años, o introduciendo a esa planta susceptible genes de plantas que producen naturalmente sustancias que repelen o matan a ese determinado insecto. Esto no sólo permite una mayor producción, sino que no habrá residuos de insecticidas en sus frutos o granos, que serán más saludables para el consumo humano. También se pueden introducir genes de plantas muy productivas en plantas de poca productividad, logrando mayores cosechas y mayores ingresos al campesino sin ningún peligro real... Todo esto por supuesto debe ser regulado y normado por la autoridad competente. La buena intención y la natural preocupación de algunos ecologistas serios deberían estar orientadas a solucionar el problema del hambre en el mundo, lo que se logra con una mayor producción y una distribución más equitativa. Luchemos contra el hambre y no contra la ciencia, cuya correcta aplicación es un homenaje a nuestro Creador.MAS DATOS “Luchemos contra el hambre y no contra la ciencia, cuya correcta aplicación es un homenaje a nuestro Creador
Correo, 31/07/2008

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