martes, 1 de julio de 2008

Jaime Delgado: En defensa del consumidor. No queremos transgénicos

Nuestro país es uno de los más ricos en variedades vegetales. A decir verdad, somos la envidia del mundo entero. Los mercados más exigentes ahora demandan productos naturales, libres de pesticidas y nosotros los tenemos. Muchos agricultores y empresas importantes se han dado cuenta de este potencial y están exportando cada día más y más, obteniendo importantes ganancias. La agricultura orgánica tiene un futuro extraordinario en Perú. Nuestro Gobierno o el Congreso deberían sacar una Ley y declararnos "Perú, país ecológico". Con ello abriría muchísimos mercados para nuestros agricultores.
Entonces, si somos un país con tanto potencial ecológico, por qué deberíamos apostar por la agricultura transgénica, que ha modificado la genética de los alimentos, despertando tanto temor entre los consumidores. No hay sentido en hacerlo, es más bien contradictorio. Lo transgénico es lo ordinario, lo de poco valor en el mundo, lo despreciado por los consumidores; en cambio, los productos orgánicos son lo fino, lo exigente, lo más valorado por los consumidores de países desarrollados, que gustosos pagan más por ellos, ya que saben que así están protegiendo su salud.
A pesar de esto, fuertes voces vienen presionando para que ingresen las semillas transgénicas en nuestro país. Estos intereses se han manifestado de muchas formas, desde la reunión que tuvieron los representantes de Monsanto con nuestro Jefe de Estado hasta el reciente espectáculo bochornoso que tuvo nuestra representación nacional en la reunión de Alemania para bloquear la aprobación de normas de seguridad en el marco del Protocolo de Cartagena sobre biodiversidad. Aquí hay dos asuntos:
1) EL ETIQUETADO DE ALIMENTOS TRANSGÉNICOS.
Ya existen algunos productos procesados transgénicos, especialmente de soya, que están ingresando a nuestro país sin un rotulado que permita a los consumidores informarse sobre la naturaleza de los mismos. Esto es una violación a los derechos básicos de los consumidores de recibir una información previa que les permita tomar decisiones en el mercado. Si las normas obligan a que un producto tenga indicado en su etiqueta el contenido de grasa, sal o azúcar, por qué no se les obliga a los transgénicos a indicar si su naturaleza genética ha sido alterada.
2) CULTIVOS TRANSGÉNICOS: Lo que no debemos permitir es que se siembren nuestras tierras con semillas transgénicas. Somos un país megadiverso y centro de origen de muchas especies, por lo que el ingreso de semillas transgénicas podría generar una contaminación tal que pondría en riesgo esa gran reserva que tenemos y que ha costado a las familias campesinas mantener cientos o miles de años.
Cuánto ganamos y cuánto perdemos con los alimentos transgénicos, es una pregunta clave. ¿A qué le apostamos, a la producción orgánica o a la transgénica?
La República, 28/06/2008

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